Un palmeo salvador de Felipe Reyes en el último partido de un partido de máxima exigencia dio la victoria a España frente a una Venezuela que plantó cara durante los cuarenta minutos.
MIGUEL PANADÉS / ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB
La intensidad en la preparación va aumentando tanto en la exigencia propia como en la dureza de los adversarios porque Venezuela se presentó en el Coliseum de Burgos con una serie de argumentos ofensivos y con un empaque físico importantes. España está en periodo de pruebas, de aplicación de nuevas defensas, presión a toda pista y zona, y encontró en los jugadores venezolanos a unos adversarios ideales para forzar la mejora de ambas propuestas. Porque la habilidad en el dribling y pase de los exteriores les sirvió para superar la presión y el acierto de tres puntos para señalar los aspectos de la defensa zonal susceptibles de mejora. Y a todo ello el conjunto americano sumó dureza física, músculo en la zona y perímetro a lo que España se vio obligado a responder, primero con intensidad para igualar el desafío físico, después con talento para responder al acierto del rival y conseguir llegar al descanso con ligera pero meritoria ventaja (40-37).
Y en la segunda parte se ratificó la dificultad del rival y la penalización de la falta de eficacia en algunas defensas de España, especialmente en el uno contra uno. Los jugadores americanos no perdonaban los pasillos que encontraban y Scariolo tuvo que reclamar más actitud y contundencia para responder a un progresivo descaro venezolano, envalentonado ante la sorprendente circunstancia de verse muy cerca de nuestra selección llegado ya el tercer cuarto: 63-58.
España se encontraba en un escenario interesante por lo difícil, por la exigencia a la que le obligaba el rival y ahí es donde supo apretar los dientes, pisar más fuerte, poner los cinco sentidos tanto en las defensas individuales como zonales para poco a poco y abriendo una brecha en el marcador que le llevase hacia la victoria. Porque en un abrir y cerrar de ojos el acierto en triples del rival volteó el marcador de manera impensable y el luminoso señaló un 65-69 a cinco del final que ponía contra las cuerdas a nuestra selección.
Con los jugadores referentes en pista, con el pabellón rugiendo y vibrando en los minutos de la emoción, con Venezuela estrellándose ante la ahora si intensísima defensa española, llegaron los momentos donde al talento se le suma el carácter y ahí Pau, Felipe y Rudy se encargaron de volver a poner a nuestra selección por delante con un parcial de 8-0 que hacía pasar un 66-73 a un 74-73 a dos minutos del final.
La calidad de Rudy, la serenidad de Felipe y Sergio Rodríguez desde el tiro libre, permitió responder a la ambición venezolana pero en un final dramático de un partido que estaba destinado a la prórroga apareció la constancia y eficacia de un Felipe Reyes quien con un palmeo tan milagroso como imposible se convertió en el héroe de Burgos.