El primer partido de la preparación de la Selección Española ante Bélgica sirvió para comprobar las enormes dosis de ambición por ganar y de implicación por darlo todo en la pista. Scariolo dosificó esfuerzos de los jugadores referentes.
MIGUEL PANADÉS/ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB
España está donde debe estar justo cuando inicia los partidos de preparación. Está en fase de construcción de conceptos ofensivos y defensivos, de aplicación de sistemas y sus variantes, de trabajo de cohesión en las ayudas y recuperaciones. Muchos jugadores se conocen de su trabajo en clubes y en anteriores experiencias en selección y sin embargo cada verano España tiene la virtud de empezar de nuevo, de renovar no sólo ilusiones sino ambiciones por mejorar detalles de un juego que tiene que alcanzar su mejor nivel en la competición.
Ante Bélgica y en medio de un ambiente de fiesta en el repleto pabellón de Gijón, nuestra selección ofreció destellos de lo que debe ser su juego pero lo hizo con la intermitencia propia de un partido en el que el objetivo era construir. Scariolo obviamente dosificó esfuerzos de sus jugadores referentes pero aún así el aficionado, 'in situ' o a través de Teledeporte, pudo disfrutar algunos minutos de la maestría de Pau Gasol o del conocimiento de juego de Nikola Mirotic en su debut con la absoluta o ambición ilimitada del MVP de la Liga Endesa Felipe Reyes.
Era sólo el primer ensayo pero ahí se vieron los galones de un Sergio Rodríguez organizando y repartiendo, de un Sergio Llull imparable desde fuera o penetrando, de un Rudy Fernández siempre imprevisible, siempre brillante. España tiene argumentos de presente con San Emeterio dando lecciones de perseverancia y eficiencia y también razones ilusionantes de futuro con un Hernangómez que mantiene esa fantástica línea ascendente. Hay razones que alimentan optimismo porque a los jugadores referentes indiscutibles se unen los que compiten por estar, por sumar siempre y ahí Pablo Aguilar vuelve a ser ejemplo y con él Víctor Claver, Pau Ribas o Rabaseda y llegando desde atrás Guillém Vives. Nombres propios a lo que falta añadir un Alex Abrines lesionado en espera de comprobar la evolución de su fascitis.
Motivos de ilusión sí, en medio de un partido de lógica irregularidad por el movimiento constante de cambios y porque Bélgica, con buenos y expertos jugadores, con una capacidad atlética importante y un juego duro defensivamente y bien organizado en ataque, en ningún momento aceptó el papel de comparsa y plantó cara desde el salto inicial y hasta el final (67-64).